La incansable carrera del crecimiento en la superficie de soja del país está cerca de su límite. Desde los años 80 hasta la actualidad el área sembrada con la oleaginosa se multiplicó por 450: pasó de 40.000 hectáreas a casi 19 millones en la campaña pasada. Pero ya no hay margen para un mayor aumento. El agotamiento de los suelos y la limitación para incorporar mayor cantidad de tierras arables hacen coincidir al Gobierno y a los analistas en que el escenario de crecimiento actual «no es sustentable».
Entre la década de los 80 y los 90 el área sembrada con el principal cultivo del país creció un 178%, y desde comienzos de los 90 aumentó hasta 2000/01 en un 131%, de acuerdo con datos de la ex Secretaría de Agricultura. Según informes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el crecimiento de la producción y las exportaciones del complejo sojero se realizó frente a una coyuntura local favorable a partir de la introducción de la soja transgénica, el incremento en el uso de siembra directa, el mejoramiento de la estructura de transporte y la reducción de costos en el sector de la exportación. Todo esto, incentivado por el incremento de la demanda mundial y mayores precios del grano y los subproductos en detrimento de los otros cultivos y la producción de carne.
Desde 2006, la soja alcanzó el 50% de la superficie cultivada en el país como ningún otro cultivo en los últimos 50 años, según datos de la FAO. Hoy ese porcentaje trepa al 61% (19 millones de soja sobre un área total de 31 millones). Se estima que, asociado a este incremento, la diversidad de cultivos decreció un 20% desde 1990. Frente a este escenario el Gobierno intenta revertir la tendencia. El subsecretario de Agricultura, Oscar Solís, aseguró ayer a este diario que «en algún momento tuvimos una relación de 6 (soja) a 1 (otros cultivos). Ahora estamos en un 3 a 1. La idea es cuidar el suelo. Se necesita que la rotación permita estructurar el suelo», dijo Solís.
La superficie de soja de la campaña 2010/11 es de 18.885.000 hectáreas, un 3% superior a la temporada anterior, suba que se sostiene desde los 80. «La tasa de crecimiento es enorme. Este desarrollo nos parece muy bueno. Pero el ideal es que exista una adecuada rotación (de cultivos). Es a eso a lo que hay que apuntar», dijo ayer a este diario el presidente de ACSOJA, entidad que agrupa a todos los eslabones de la cadena productiva de la soja, Miguel Calvo. «El productor se vuelca a soja porque muchos factores determinan que la rentabilidad sea mayor, pero nadie tiene una tendencia al monocultivo», aclaró el dirigente. Por este motivo advirtió que es importante la rotación, debido a que es «lo que más conviene a la Argentina y al productor en particular porque es más sustentable desde el punto de vista agronómico».
Pero fue el especialista en soja de Nidera y actual presidente de Mercosoja, Rodolfo Rossi, quien fue más realista ante la consulta de este diario: «Va a seguir creciendo (la superficie de la Argentina), pero estamos viendo el techo. Aumentar tal cual está la producción de soja implica no hacer más sustentable el cultivo. En 10 años crecerá 2 o 3 millones de hectáreas, no más».
Camino correcto
Desde el Gobierno, que en tiempos del conflicto por las retenciones móviles en 2008 solía poner reparos en el cultivo, ahora advierten que es necesario aumentar la producción, tal como se establece en el Plan Estratégico Agroalimentario (PEA). «Vamos por el camino correcto, pero esto depende de los precios. Hasta hace un par de años el negocio para el productor era sembrar soja. Hoy la ecuación del maíz es más rentable. Por eso se va a incrementar un 15% la superficie», graficó Solís.
La alternativa para una mayor producción sin aumentar la superficie son los cultivos transgénicos. «La batalla de los transgénicos es relativa. Si se soluciona el problema de la propiedad intelectual en la Argentina, y con las nuevas decisiones del Gobierno, la perdemos por uno o dos años, no más. Pero igual, Brasil es la reserva para todo. Tienen una reserva de 70 millones de hectáreas sin tener que deforestar», aseguró Rossi. «El techo de la Argentina lo va a poner la tecnología».
En la misma línea opinó Solís, que añadió que «el crecimiento que viene en soja es con los eventos biotecnológicos. Eso nos va a permitir obtener el rendimiento esperado. Nosotros como política vamos a generar nuevos elementos que generen mayor equilibrio entre cultivos. Por cada hectárea de maíz, una de soja». En este sentido, añadió que la aprobación de eventos de maíz se realiza en la Argentina «al mismo ritmo que en Estados Unidos».
Otro de los motivos que ninguno de los protagonistas niega son los problemas en la comercialización de los otros cultivos. «Evidentemente ha habido problemas de mercado, y así se considera que hubo mayor preferencia en la comercialización más fluida y una mejor rentabilidad en la soja», señaló Calvo.
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