Está claro que la coyuntura actual es muy favorable para el desarrollo de la agroindustria, y hay que aprovechar el viento a favor para atar los cabos que mantengan el barco más estable en futuras tormentas. Según Kosakoff, hay que tener horizontes más largos.
“Hay que ser muy optimistas, porque en los últimos años se han desarrollado capacidades innovativas que colocaron a la Argentina en la cima de las buenas prácticas. Pero aún queda la mitad del vaso vacío, ya que existe una gran heterogeneidad y se debe dar acceso a esas prácticas al conjunto de la producción». Además, «es un buen momento para avanzar en la diferenciación de producto”.
Así lo indicó esta semana el ex director de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL-Naciones Unidas) Bernardo Kosakoff, en diálogo con Clarín Rural , en el marco de la 8° Jornada del Foro de la Cadena Agroindustrial Argentina, que reunió en Santa Fe a analistas y referentes del sector con el objetivo de pensar los desafíos que depararán los próximos años.
“En la inestabilidad, uno no puede tomar decisiones que vayan más allá de los próximos seis meses, pero para desarrollar la cadena del cerdo o lograr productos diferenciados uno tiene que tener una visión de por lo menos tres o cinco años”, destacó, y se mostró optimista para los próximos años, aunque aclaró que no necesariamente se está frente a una tendencia de largo plazo.
“Tenemos que pensar cómo aprovechar las materias primas que tenemos para profundizar el fortalecimiento de las cadenas hacia arriba y hacia abajo. Si no se aprovecha la renta actual para lograr esta dinámica de cambio estructural, tendremos problemas graves en el futuro”, advirtió Kosakoff.
En la misma línea, el ex secretario de Agricultura Marcelo Regúnaga remarcó la necesidad de establecer una política de Estado a largo plazo para promover el crecimiento del empleo, la economía y el desarrollo territorial de la Argentina.
“Estamos convencidos de que el bienestar de la sociedad argentina depende en buena medida de cómo evolucionen su agricultura, sus agroindustrias y sus proveedores de insumos y servicios”, afirmó Regúnaga, en sintonía con un documento presentado por el Foro de la Cadena durante la reunión (Ver Propuestas…).
Por su parte, el economista jefe del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), Juan Manuel Garzón, afirmó que el crecimiento de las cadenas agropecuarias debe apuntar fundamentalmente a la generación de empleo.
Garzón presentó un informe en el que pronosticó que hay perspectivas muy buenas para los próximos diez años en el mercado de carnes en el mundo y declaró que la Argentina tendría que llegar al 28 por ciento de exportación de carnes bovina, porcina y aviar. Al respecto, señaló que “de darse los contextos planteados, se generarán 2,8 millones de nuevos puestos de trabajo hacia el 2020”.
El que más viajó para estar presente en el centro de convenciones frente al renovado puerto de Santa Fe fue, sin dudas, el indio Ramesh Sharma, economista senior de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y especialista en el análisis de las negociaciones agrícolas de la OMC, quien, en diálogo con este diario, advirtió que “cuando se está creciendo económicamente como la Argentina, no se puede depender de un solo producto o cliente”, en alusión a las relaciones comerciales con China y el claro dominio de la soja en el portfolio de exportaciones.
“China continuará importando porque no tiene otra opción, pero quién sabe si no encontrará otros proveedores”, advirtió Sharma, y consideró que “las políticas de restricciones a las exportaciones adoptadas por varios países no han conseguido que se reduzcan los precios internos de los productos que utilizan como insumos a los commodities, como el pan, los quesos, y otros derivados de la misma índole”.
Uno de los aportes más claros que tuvo la jornada al pensar la estrategia para capitalizar el crecimiento económico fue el del ex ministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires Daniel Arroyo, quien estableció cuatro desafíos fundamentales que enfrenta el país: la pobreza estructural, la informalidad económica, la desigualdad, y los 900.000 jóvenes desempleados de entre 16 y 24 años. “Gran parte de estos desafíos se construyen potenciando el desarrollo de las regiones.
Al potencial de la cadena agroindustrial hay que agregarle servicios de salud y educación”, remarcó, y explicó que la inmigración a las grandes ciudades se mantiene constante a pesar del desarrollo del interior del país. “Antes sucedía porque los pobladores rurales buscaban trabajo en las industrias, pero hoy es porque quieren estar cerca de los centros de salud y educación. Hoy hay desarrollo regional en términos de actividad productiva, pero no en salud y educación”, detalló.
En este contexto, Arroyo propuso descentralizar los recursos a las regiones, generar un plan para la inclusión de los jóvenes y brindar incentivos fiscales a las industrias que ocupan mano de obra masivamente. “Hay que masificar los recursos y extender el crédito”, reclamó.
La conclusión de la jornada fue una confirmación de lo que se viene escuchando últimamente en los ámbitos de debate de la cadena agroindustrial. Las posibilidades para una transformación profunda están dadas, pero es necesario que los guiños entre actores públicos y privados se traduzcan en medidas y acciones de ambos lados que generen una confianza, con una visión de largo plazo.
Ver más: Clarín.com