Cuando en nuestro informe de balance de fin de año decíamos que el 2011 había sido un año positivo para vastos sectores de la cadena de ganados y carnes no estábamos equivocados porque varios componentes auguraban un 2012 más ajustado. Los anuncios de la industria frigorífica de la mano de JBS y la tremenda sequía confirmaron desgraciadamente con creces lo que imaginábamos: que íbamos a recordar el 2011 como un buen año que incluso muchos desearían que se repitiera.
Argentina presenta largos problemas en la cadena de ganados y carnes e inconvenientes coyunturales que están acelerando su situación. Mientras que la sequía apareció en esta etapa como la única componente exógena que modificó en forma negativa su situación, y la cual no podemos modificar aunque si prever, el fenómeno meteorológico de “La Niña” ha hecho sentir el rigor de temperaturas extremas y estrés hídrico que afectan coyunturalmente la producción. Algunas lluvias de enero podrían modificar parcialmente la percepción del productor sobre la sequía aunque mantiene en su imaginario las imágenes de la sequía ocurrida en 2008/2009 que diezmó el rodeo nacional en casi 3 millones de cabezas. Es muy difícil a quienes vieron morir sus animales en los campos por falta de agua y que perdieron en pocos meses todo su capital acumulado en décadas en trabajo, explicarles teóricamente los partes meteorológicos.
Ahora bien, tal como decíamos al inicio, si pudiéramos juntar los componentes que están enturbiando el proceso positivo que la ganadería de cría en los últimos dos años podríamos decir que está centrado en la sequía y también en la situación de la industria frigorífica.
La situación de la industria frigorífica era un hecho previsible que solamente podía ser modificado por cambios en las visiones oficiales. El panorama es el siguiente: nuestro país posee una capacidad instalada de 19 millones de cabezas anuales y solamente está faenando 11 millones lo que representa el 57 %. La desestructuración de la exportación que llegó a incumplir en varios años la Cuota Hilton prefiriendo garantizar cortes baratos al mercado doméstico restando kilos a la exportación, llegó a su final. No se necesita ningún elemento más para saber que uno de los activos más importantes de Argentina es su excelencia de carne requerida por los mercados más exigentes del mundo. Pero una industria instalada con los niveles más altos de tecnología y sanidad no puede seguir funcionando al 40 % de su capacidad, teniendo en cuenta que debieron ajustar su sistema destinando más de la mitad de la faena al mercado interno a precios de barata para poder realizar embarques. Así quienes son titulares de las más importantes plantas exportadoras del país han decidido cerrar definitivamente el grifo de sus pérdidas que empezaron hace más de un año.
Como para pensar el futuro es necesario un mínimo de previsibilidad, la cuestión no pasa por garantizarle a la industria la rentabilidad sino simplemente acotar sus pérdidas para no dejar caer un capital invalorable que llevará muchos años recuperar. Se necesita elaborar una matriz de oferta de carnes rojas y blancas que contemple todas las variables y permita orientarlas hacia una industria de alimentos proveedora de las demandas del exterior, ya que acotar nuestros modelos industriales exclusivamente al consumo interno no sólo dilapida oportunidades sino que no es sustentable en el tiempo con los niveles de estándares tecnológicos y sanitarios requeridos.
La oferta de carne aviar construida sobre una reconversión del sector e importantes compensaciones no es un peligro para la carne roja, es un sustituto que logró precios accesibles al mercado interno y abrir una senda exportable que augura un gran porvenir. El mismo recorrido realizó la industria exportadora de carne roja hace muchas décadas atrás lo cual le permitió conquistar y mantener los mercados más exigentes del planeta, y dar una señal clara de volúmenes exportables no solo garantiza su sobrevivencia sino que es el mayor acicate para el productor de comenzar una producción de novillo gordo que podrá colocarlo a su terminación y no formará parte de una ruleta en el tiempo.
Los problemas de la sequía, aun siendo tremendos, forman parte de los imponderables de una actividad a la cual el productor siempre supo que formaba parte de su trabajo, la misma debe ser encarada desde los ámbitos oficiales mediante ayudas pero sobre todo no generando otros imponderables innecesarios. Si ya es muy difícil luchar contra la naturaleza, peor es luchar contra resoluciones que solamente generan zozobra.
Recrear la confiabilidad en el sector con metas claras es el mejor aporte que pueden recibir los productores. Argentina tiene el privilegio de tener el rodeo británico más grande del mundo convirtiendo a nuestra carne en una delicatesen. Las reglas del mercado entre oferta y demanda libre siempre fueron las que el productor acepto, sufriendo los momentos malos de precios ante una oferta elevada y recibiendo el premio a su trabajo en los momentos de demanda alta, en este juego sencillo el mercado más trasparente con miles de oferentes y demandantes supo funcionar durante casi toda una vida generando riqueza en beneficio del país.
Los nubarrones de comienzos de 2012 pueden ser rápidamente abordados y tienen menor complejidad que muchos de los problemas estructurales del país. Debemos aprovechar este período de reconstitución de stocks dando señales claras de que no desalienten a la producción ganadera, que incentiven a seguir invirtiendo en un sector que tiene el futuro garantizado, si hay algo que es indiscutible es que el mundo necesita alimentos y muy pocos países están en condiciones de hacerlo, Argentina tiene la suerte de estar en el tiempo y el espacio en el lugar justo, la oportunidad solamente depende de nosotros*.
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